Enric Grau i Calafell (1908-1992). Memòries [1]

Enric Grau i Calafell (Manresa, 02/04/1908 i Marsella, 14/09/1992), va ser un militant manresà de la CNT i de la FAI dels anys 20 i 30. Aquest text relata amb summe detall aspectes clandestins i conspiratius habitualment desconeguts i ens mostra el funcionament d’aquells grups anarquistes implicats en les insurreccions de l’època. El text té valor no sols per aquest aspecte sinó per ser un relat de memòria local manresana des del punt de vista de la militància anarquista. Grau va passar pels grups d’afinitat anarquista i més tard va exercir càrrecs orgànics en la FAI, de la qual va ser secretari de la Federació Local de Grups Anarquistes de Manresa i en la CNT, arribant a secretari del Comitè Intercomarcal en 1936. En la guerra va ser membre del Comitè Revolucionari Antifeixista de Manresa, representant a la FAI i exercint la funció d’organitzar les primeres milícies que van partir de la ciutat. Precisament la Guerra Civil és el punt feble d’aquest relat, que s’explica perquè Grau ja havia d’estar cansat d’escriure.
Aquest document de 78 pàgines manuscrites procedeix dels papers de Pedro Flores, guardats en el Arxiu Comarcal del Bages. Tots dos militants anarquistes van intercanviar quantiosa correspondència entre els anys 60 i 80. Flores estava escrivint la història del moviment llibertari i anarcosindicalista de la comarca i Grau era una de les seves principals fonts primàries. En les seves cartes hi ha un interès evident de situar correctament els fets i de recordar els noms dels militants. Encara que no s’indica la data, la carta va haver d’estar escrita entre 1978 i 1980 i segurament li va servir de base per a unes memòries escrites en 1985 anomenades “Recorregut per la meva vida”.
Finalment, cal indicar que el text, relatat en llenguatge molt senzill, propi d’un autodidacta, conté tants errors ortogràfics i sintàctics que no poques frases s’han hagut de corregir per a facilitar la seva comprensió, especialment en el que concerneix a puntació i accentuació. La majoria dels errors en les preposicions s’han deixat intactes perquè serveixin per a transmetre millor el caràcter de Grau. Hem afegit algunes notes explicatives i a més s’ha intentat completar els noms dels militants en la mesura que sigui possible.

La cuestión social

Manresa 1916, ciudad de siete conventos y siete iglesias… Quiero decir con esto que de tiempo infinito existían estos centros de infección moral. Pero lo que nos concierne en este relato es la historia del movimiento obrero y sindical de Manresa y comarca antes de 1916.

Los parias del Trabajo estaban considerados menos que las bestias. Se aplicaba al pie de la letra la maldición divina del “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”. De las 24 horas del día, doce se pasaban dentro de la fábrica y el taller. A eso habría que añadirle una hora de camino. El proletariado pasaba más de la mitad de su vida sometido a la obligación del trabajo. A las cuatro de la mañana había que levantarse para estar a la hora a la fábrica. Y todo por un miserable salario que no podía, siquiera, cubrir las más perentorias necesidades: ni el vestir ni el comer.

Las leyes sociales eran letra muerta y los patronos se las saltaban por la torera. Apenas sí existían leyes de accidente de trabajo y las de enfermedad. Pero es que el hospital lo habían hecho para los pobres, y no había ninguna cobertura para las enfermedades adquiridas por el trabajo, que no eran pocas precisamente, puesto que no se hacía nada para evitar la tremenda insalubridad que existía en fábricas y talleres.

El arte fabril y textil era un verdadero foco antihigiénico y no tenía ninguna garantía de seguridad. En el verano, dentro [de] estas fábricas, hacía una calor sofocante que se entremezclaba con los aceites minerales calentados por el frotamiento de los cojinetes. Por tanto, se concentraba un hedor pestilente que te cortaba la respiración. Los sudores humanos que emanaban de los cuerpos descuidados porque faltaba el tiempo para cuidarse y limpiarse a conveniencia.

En su conjunto, aquello más que una fábrica de tejidos era una auténtica fábrica de tuberculosos que a los cuarenta años ya llevaban el signo de la vejez en sus rostros. Todo el mundo vivía resignado y no demostraba ninguna reacción ni gesto de rebeldía digno de este nombre. Estaban resignados hasta la médula, como corderos que esperan la hora definitiva.

Confiados a la palabra mística del cristianismo, impregnado hasta los huesos, labor hecha por los tonsurados de la Iglesia que les prometían un paraíso a cambio de su sufrimiento y así eran capaces de soportar miseria e injusticias. No les faltaban misas y sermones o amenazas con el infierno, a aquellos que, no queriendo resignarse a tanta infamia, que eran los menos, como si no fuera bastante infierno las doce horas de trabajo o más que pasaban a estos antros insalubres tenidos por fábricas y talleres.

Los inicios del Sindicato Único

En el año 1917, tuvo lugar un acontecimiento singular para aquella población que vivía en la mayor monotonía embrutecedora, esa de los hechos sin importancia de cada día. Se proclamó una huelga general de ferrocarriles en toda España, traída de la mano del Partido Socialista Obrero Español y la Unión General de Trabajadores, que sin embargo tuvo un fracaso rotundo, como se suponía que iba a ocurrir.

Vaga de Ferroviaris. El Socialista 9 d’agost de 1917

Manresa que contaba con su sindicato ferroviario secundó el movimiento huelguista, y con tal suceso, el pueblo en general se destapó con toda clase de comentarios. Era una cosa nueva para un pueblo adormecido. Además, la revolución Rusa daba lugar a conversaciones diferentes, que no se habían mantenido nunca hasta este momento.

En bares y tabernas, en la plaza del mercado, se decía que el presidente del sindicato ferroviario había sido encarcelado durante la noche, cosa falsa porque el presidente durmió con buen sueño en la cama. Y lo hizo en el mismo cuarto junto que su hermano menor. El presidente no era otro que José Grau[1].

Todo el pueblo trabajador, los parias de la gleba, comenzó a levantar la cabeza gracias a los aires de la Revolución de 1917 y el final de la guerra del 14. Su influencia empezaba a llegar a las masas. El Sindicato Único de la CNT empezó a organizarse. Los obreros empezaron a tomar conciencia de la necesidad de organizarse para exigirle sus reivindicaciones a unos patronos que se habían enriquecido gracias a la guerra.

Todas las ventajas eran para la patronal catalana – y no catalana – que fabricaron durante años toda clase de objetos para aprovisionar a los ejércitos combatientes en la Gran Guerra. No importaba que lo se fabricara. Todo valía; hasta la porquería. Los hubo que se arruinaron porque abusaron tanto que a la hora del pago los comerciantes se negaron a comprar. Todo el país sufría los efectos de estos abusos y las mercancías escaseaban dando lugar a un aumento de los precios. Escaseaban los artículos de primera necesidad tales como aceite, vino, carbón y el poco tabaco que había, detestable, ¡quien no se acordará de aquellas colas en los estancos de tabaco! Ridículo, ciertamente, pero verídico. Todo eran objetos transformados en divisas que pasaban la frontera. Todo eran beneficios en provecho de unos pocos en detrimento de los más. De la ciudad de Manresa hubo familias que amasaron fortunas de gran consideración. Negociaban con todo lo que les llegaba a las manos, chatarra, hierros viejos, trapos… Otros con textiles, con maderas algunos, otros con vino… Todo era bueno para negociar. Acostumbrados a ganar el cien por cien, querían continuar este camino de oro, pero la guerra se terminó. Y con ella, llegaron sus secuelas, como es natural.

El Sindicato Único se instaló en Manresa en la calle de las Picas y empezó su obra positiva. Hizo un llamamiento a todos los obreros de la ciudad, que acudieron en masa. La brecha se abrió, conscientes las masas de que la unión hace la fuerza. Empezaron a establecer el plan de combate y comenzaron las reivindicaciones. La primera y principal: terminar con la jornada de doce horas y establecer las ocho en su lugar.

La lucha fue tenaz y consecuente. La patronal utilizó en profusión todos los medios que estuvieron al alcance de la mano: la calumnia, la delación y la persecución de los militantes, que en aquella ocasión habían aceptado cargos de responsabilidad.

En aquel tiempo el animador del Sindicato Único era el compañero Espinal que desplegó una actividad eficaz y alentó a los compañeros a que lo siguieran[2]. Por el Fabril, estaban los hermanos Figueras, Casajuana y el Roset de los Cinteros; por la Madera, Fornells, Nardi, Valdés, Minguet y Fitó. En Metalurgia, Melitón y otros que el nombre me es desconocido. En Artes Blancas se encontraban Anton Augé y José Grau en Panaderos. Este último había sido despedido de los Caminos de Hierro del Norte a raíz de la huelga que se perdió en el 17.

En Fideeros estaba el Pepe el fideero, que es el único nombre que conozco. Por el ramo de la Construcción formaba parte el equipo de Eusebio, Camps, Cabot y el Camps dicho Josep, “el de la Pipa”. De Barcelona vinieron algunos compañeros, que recuerde, el compañero Flores y García Oliver, que estaba en Camareros. Otro compañero que estaba en Artes Gráficas era el compañero [Mariano] Prat, que durante la segunda época fuera director del semanario comarcal El Trabajo.

Solidaridad Obrera 06-12-1916

Segell del Sindicat

Solidaridad Obrera 06-03-1917

Solidaridad Obrera 30-12-1917

Todo se movía con entusiasmo y voluntad. Y esos militantes eran secundados por varios compañeros que si no llegaron a tener una militancia muy larga no es menos cierto que secundaban el movimiento sindical con fe y voluntad. Los obreros acudían convencidos al Sindicato Único porque se habían dado cuenta de la fuerza que representaba el hecho que los productores estuvieran en unión compacta, unidos democráticamente, discutiendo su propio destino y que pudieran arreglar los asuntos que les concernía sin necesidad de jefes ni ejecutivas de esas que aplican el sistema de ordenar sin discutir, anulando toda iniciativa individual. En cambio, en el Sindicato Único, afecto a la CNT, era la asamblea la que decidía libremente lo que estimaba más oportuno en el plan de luchas contra la patronal. La organización sindical sufrió de un impulso tan decisivo que la reacción de Manresa y su comarca tembló ante una avalancha tan compacta y decisiva. Esto les dio motivos para una ofensiva por parte de toda la patronal de Cataluña, que empezó en el otoño de 1919. El movimiento sindical día a día empezaba a ganar a los trabajadores como un torrente arrollador que levanta los obstáculos que encuentra a su paso, sacudiendo el polvo de los perjuicios que les habían inculcado durante tantos años los salvadores de almas, con promesas de paraísos encontrarían la recompensa del sufrimiento sobre la tierra. Los ojos se abrían y la rebeldía nacía. Todo esto lo soportaron resignados a sus miserias y mediante gran sufrimiento, tanto físico como moral. Paulatinamente los obreros tomaban conciencia de su valor y los cuentos tártaros de la Iglesia perdían su valor y, como es natural, la reacción no se resignaba a perder sus ovejas.

Para contrastar la influencia he aquí que los padres jesuitas organizaron unos mítines en la iglesia de Santo Domingo para convencer a los trabajadores manresanos de que eran engañados por los dirigentes sindicalistas. Como es natural la respuesta no se hizo esperar. Al llamamiento de la Compañía de Jesús, acudieron militantes y simpatizantes, curiosos y amantes de toda clase de emociones – que la ocasión se les presentaba propicia, y no faltaron.

Para el primer día se organizó un concierto de silbidos acompañado de golpes de percusión a cualquier cosa que ocasionara ruido estridente. Se hizo un ruido tal que parecía un terremoto. También hubo una lluvia de patatas y tomates en estado semiputrefacto. Finalmente, los oradores ante un éxito tan contundente decidieron salir por la puerta trasera.

Al día siguiente no se dieron por vencidos y volvieron a la carga. El público también era más numeroso y disponía de medios más eficaces. Para armar ruido se emplearon petardos callejeros y toda clase de instrumentos para así armar mejor la cencerrada. Esto duró cuatro o cinco días. Hasta se llegaron arrastrar los confesionarios a la calle y, con estos y otras, resultó que “Sancho con la Iglesia hemos topado”. Los civilones tomaron parte en la fiesta y, por cierto, fueron mal recibidos por los antimítines y hubo pedradas y algunas contusiones de una parte y otra. Total, que la fiesta terminó y los mítines contra el sindicato también.

De esta voluntad, siguió un gran entusiasmo y se organizaron toda clase de iniciativas y actos culturales: desde grupos de artistas amateurs que representaban obras de teatro de genero social, se daban conferencias y mítines, giras campestres donde el coro que habían organizado los compañeros cantaban “Hijos del Pueblo” y otras canciones revolucionarias.

El Primero de Mayo, todos los años, se organizaba la gira a la “fuente del Soroll” a la orilla del Llobregat. A la sombra de la arboleda se ejecutaba teatro, se cantaba y se hacían charlas y juegos muy divertidos. Sin embargo, la fiesta siempre era honorada por los tricornios de los civilones que se presentaban con actitud provocativa.

Los mítines de afirmación sindical eran muy frecuentes. De ello se hacía cargo la comisión organizadora y en principio se ejecutaban en el Teatro Nuevo de Manresa, pero a los actos acudían muchos compañeros de la comarcal. Muchos compañeros de aquella época hablaron en la tribuna, entre ellos Salvador Seguí, Pestaña, Peiró, Claramunt y otros muchos más.

No puedo dejar al olvido un hecho que tuvo lugar en uno de esos mítines: cuando los trabajadores estaban dispuestos a escuchar los compañeros que iban a dirigir la palabra, vieron con asombro como aparecían en el escenario los esbirros de la guardia civil con sus fusiles apuntando al público con actitud amenazante. Gracias a la serenidad de los compañeros de la tribuna, que aconsejaron calma a la gente, y esta paulatinamente fue evacuando la sala, no ocurrió ningún atropello, que en el fondo es lo que buscaban[3]. La provocación fue organizada una vez más por la reacción encarnada por un capitán de la Guardia Civil que en aquella época era el terror de Manresa y comarca. Tipo de instintos

malvados que por divisa tenía la crueldad. La reacción manresana tenía una buena parte de responsabilidad de lo que se pasó aquel día en el Teatro Nuevo. Estaban de concierto con este tipo de sujetos que eran el soporte de la patronal manresana. Generaban las vejaciones y humillaciones, con las consiguientes calumnias a granel, y las divulgaban con un esmero y una maestría que nada tenían que envidiar a Don Bausilio [Don Basilio] con la romanza[4] del calumniador tan bien escrita por Bonmarchais [Beaumarchais].

Esto y la cárcel por orden gubernativa, sin contar con los malos tratos de la Guardia Civil, siempre dispuesta a su labor infame de masacrar obreros cuando estos no se resignaban a soportar la infamante explotación de la patronal.

Al mismo tiempo que esto ocurría se iba orientando a los adherentes del sindicato. Este hecho tenaz y consecuente daba sus frutos. Y la prueba era que los compañeros que caían en la cárcel no eran abandonados. El pueblo productor no se olvidaba de sus presos, todos los días de visita acudían a la cárcel, a confortar y dar coraje con sus visitas a los compañeros. Los domingos había una cola de consideración en la puerta de la cárcel de Manresa y cada visitante lleva objetos de todo género, tanto comestibles, como para fumar, sin mencionar cosas de tipo cultural como los libros. La solidaridad era positiva y contundente.

La guerra de clases de 1919-1923

A finales del verano de 1919 fue declarado el “lock-out”. La patronal catalana decidió paralizar todas las industrias de la región, fábricas y talleres, salvo lo que estaba relacionado con la alimentación. El drama para los asalariados como es de suponer no se hizo esperar. Cada pueblo de la región hizo todo lo que estuvo a su alcance para ayudar los más necesitados. Tres meses todo paralizado. Es inútil decir el esfuerzo que esto suponía. Manresa ciudad medio industrial medio agrícola pudo resolver sin dificultad el golpe infame que la burguesía le asestó al pueblo trabajador.

Hubo algunos casos lamentables de necesidad a pesar de la solidaridad hacia los casos más desesperados. Sin embargo, el sindicato no pudo evitar que algunas muchachas se prostituyeran ante unos infames individuos de baja moral, a pesar de formar parte de la supuesta sociedad de los buenos principios que, en esos momentos no contenta de someter al pacto del hambre a los trabajadores, prostituían a sus hijas. Y todo esto en nombre de la moral cristiana, porque entre estos sujetos formaba parte el mismo cura párroco de la Seu de Manresa.

Família obrera sense recursos per la situació social del lock-out al 1919-1920

Durante estos tres meses las provocaciones no faltaron en toda la línea. Desde aprisionar a los militantes perseguidos empleados a todas las infamias que llegaron a pregonar los cavernícolas al mando de los señores. Tenían toda una fila de sacristanes y beatas de todo género, portadores en su rostro macabro del oscurantismo de la caverna.

Y al final salieron triunfantes. El hambre impuso la razón del más fuerte. Pusieron otra vez la industria en marcha imponiendo la jornada de 10 horas para aquel que quisiera aceptar el trabajo. No eran las doce horas de antes, pero sí fueron las diez.

Pero a pesar de los pesares el sindicato se mantuvo en pie. Menos afiliados pero suficientes para mantener su presencia y empezar la lucha de nuevo. La patronal catalana seguro que no volvería a empezar la aventura de otro “lock-out” porque su fanfarronada les costó bien cara con la pérdida de algunos mercados internacionales.

La tragedia sangrienta que emprendieron los de la burguesía catalana patrocinada por el General Martínez Anido, Arlegui y Brabo Portillo dio pie a la formación de una banda de asesinos a sueldo que constituyeron un Sindicato Libre. Se llamaba Libre porque estaban autorizados a portar pistola con el objeto de asesinar a los militantes de la Confederación que estaban en los cargos de más responsabilidad y contra todo lo que era considerado un estorbo a la patronal de Cataluña.

Miguel Arlegui, Inspector General de Seguretat. General Martínez Anido, Governador civil. Bravo Portillo, Inspector cap de secció.

Muchos compañeros pagaron con su vida, siendo liquidados por estos miserables y cobardes asesinos. Una lista de militantes que cayeron en esta época sería muy larga. Incluso fueron asesinados hombres tales como el abogado Layret, porque había defendido militantes de la organización y, como es natural, era simpatizante al mismo tiempo.

Indiscutiblemente en Manresa no podía faltar esa banda de cretinos criminales a sueldo porque esta abominable escoria se encuentra en todas partes. Como sujeto de baja ralea, y jefe de la banda, estaba el siniestro Viñals. Se hizo famoso por su actuación nefasta intentando asesinar al compañero Ángel Pestaña en la calle Cantarell. Lo dejaron mal herido, dándolo por muerto. Esta fechoría la hicieron entre el veinte o veinte uno[5]. La banda Viñals tenía que justificar el sueldo recibido por la patronal manresana. Pestaña era un militante interesante, gozaba de mucha simpatía en del pueblo productor. Así que valía una prima suplementaria.

Localització d’on van intentar assassinar a Ángel Pestaña al carrer Cantarell de Manresa.

Lejos de intimidar a los obreros manresanos ocurrió lo contrario. Fueron más firmes que nunca y más solidarios y combativos para la defensa de sus reivindicaciones. Ante esto la patronal, tuvo que buscar otros medios para deshacerse del Sindicato Único, inútil empeño. No obstante, lograron erosionar la organización sindical con el caso del gremio de camareros que se declararon sindicato autónomo, lo mismo ocurrió con los albañiles que también se hicieron bando aparte.

A pesar de todo, la organización del Sindicato Único siguió firme, con paso seguro a sus propósitos. Y así lo demostró con la iniciativa de pagar cada afiliado una jornada de trabajo para construir una casa del pueblo. Desde luego mediante donación voluntaria. La decisión fue discutida en asamblea magna donde los acuerdos eran decisorios, con el atenuante que el capital reunido sería depositado en un banco durante el tiempo que hiciera falta para llevar a cabo los trámites para emprender la compra del terreno y la construcción.

El dinero fue depositado en la Banca Padró bajo la responsabilidad de diez compañeros firmantes. El capital no se podía retirar sin la firma de los diez. Recuerdo, o supongo que los nombres fueron, Bascomte por construcción, [Maurici] Fornells por la madera, Eusebi por albañiles y Nardi por la madera, y que me perdonen los demás si descuidé su nombre.

La guerra entre la patronal y el Sindicato Único era una guerra a muerte en esos momentos. Para responder a la agresión de los sindicatos libres se organizaron grupos de acción. Hombres firmes y decididos que hicieron frente a los libereños [se refiere a los militantes del Sindicato Libre] abatiendo algunos en la capital barcelonesa y esto repercutió en Manresa también.

Uno de los patronos, el fabricante de tejidos Olivares, fue abatido en la puerta misma de su fábrica, en [la] calle donde se encontraba el Teatro Nuevo. No puedo decir la razón de su ejecución porque ha sido siempre muy confusa. Algunos dijeron que era la misma patronal la que ordenó la ejecución del patrono Oliveras, por divergencias internas. Por información de algunos viejos militantes muchos años después, me supuse que fue ejecutado porque hacía el doble juego: por una parte, se mostraba liberal hacia sus obreros y, por detrás, era todo lo contrario. Fuera como fuera, [fue] el primer patrono que cayó sobre el pavimento de una acera manresana que se juzgaba como ciudad tranquila. Aquí no llegó el problema a la agudez de otros lugares como Sabadell y Terrassa. No obstante, se sentía viva satisfacción cuando caían individuos de la reacción, tales como el Cardenal Soldevila, Conde de Salvatierrra, Brabo Portillo, y todos los que siguieron la misma carrera.

Los ánimos se calentaron y el barómetro de la violencia subía la presión. Así ocurrió el famoso hecho del café llamado La Gàbia [o Café Alhambra] en donde el compañero Figueras[6] vació el cargador de su pistola sobre un grupo de pistoleros entre los que se encontraba Viñals tomando el café tranquilamente. Junto con dos compañeros pasando por albur [azar] los vio y dijo: “lástima que no tenga una pistola, sino que es lo que recibirían”. Uno de los compañeros le dijo, “si es por eso, toma la mía”. Y cosa hecha: les envió el plomo.

Pero con tan mala pata que no recibieron ni un arañazo. Fueron por el pánico y nada más, por el contra el compañero Figueras se cargó una condena de 5 años al penal de Burgos. Para los del Único no se iban con bromas entre el presidio y la ley de fugas perpetrado por los desalmados de la Guardia Civil, en las filas del sindicalismo se hizo un hueco de consideración en general donde la batalla fue más dura que por supuesto era Barcelona.

La vida continuaba con la rutina de todos los días. Huelgas, litigios entre capital y trabajo. Y así llegamos a las cercanías del 23. Por aquel entonces la violencia había llegado a su punto álgido, se atracaban los bancos, la calle era un campo de tiro. Los pistoleros del libre contra los grupos de acción del Sindicato Único. [En] Manresa mismo fue atracado el banco Padró, el lugar que tenían los fondos destinados para la construcción de la casa del pueblo. Fracasaron en su intento, el golpe movilizó toda la fuerza pública manresana, comprendido [incluso] el “somatén”, pero los atracadores se esfumaron como el humo. Durante dos o tres días tuvieron la ciudad sitiada sin resultado alguno, lo que dio lugar a pensar que los maleantes no eran otros que los mismos libreños que intentaban robar los fondos del Sindicato Único. Al menos esto era la opinión general de los manresanos.

No ocurrió lo mismo con los atracadores de Tarrasa y observé este caso porque ellos fracasaron también, pero fueron cogidos y condenados a muerte. El mismo día de la ejecución ocurrió un hecho que sin tener nada que ver con los condenados, [afectó a] dos compañeros del Único de Manresa, sobre todo Artal, [quien] tuvo la mala iniciativa de transportar material bélico a Barcelona y como no podía ir solo se lo propuso a Minguet para acompañarle a lo cual este último observó el peligro de ir por carretera con un cargamento de esta naturaleza puesto que en Tarrasa había las ejecuciones. Artal le dijo que tenía miedo. Al hacer una observación de esta naturaleza Minguet suponía que al dárselas de cobarde su amor propio no admitía a tal aprieto. Era pequeño de estatura y muy joven, pero muy grande y decidido a la acción. No tuvo que decir dos veces que tenía miedo y allá fueron, carretera adelante, con coche y cargamento. Y lo que tenía de llegar, llegó. En las cercanías de Tarrasa se encontraron con la Guardia Civil y el resultado se puede figurar cual fue.

El día siguiente toda la prensa echó las campanas al vuelo. Se hicieron reportajes de todos los estilos diciendo tantas barbaridades que de lo trágico pasó a lo cómico. Llegaron a suponer que Artal y Minguet[7] los dos solos con una docena de bombas de mano, iban a liberar los condenados de Tarrasa.

Todo el coro vocinglero de la reacción manresana, de burgueses, curas y beatas con sus sacristanes, pusieron la voz al cielo inventando tantas fantasías que solo los timoratos y gente de pocas luces pudieron tragar el anzuelo.

Total, la mala iniciativa de Artal dio como resultado unos cuantos años de presidio, tras el cual fueron liberados entre el 28 y 29. Los detractores del Sindicato Único les empezaron a decir a los trabajadores que las cuotas del Sindicato servían para comprar bombas y pistolas. Era mentira fundada de todas piezas. No había sido ningún abuso de confianza, toda vez que se estaba obligado a defenderse contra los asesinos del Sindicato Libre que estaban a sueldo, pagados por la patronal. Y mal pintaba para ellos [los del Libre] la cosa, porque los compañeros que existía en aquella época los interceptaron en el camino, dispuestos hacerles pagar caro los asesinatos que habían cometido en las filas confederales.

La Dictadura de Primo de Rivera

Pero llegó el golpe de estado del 21 de septiembre de 1923 ejecutado por Miguel Primo de Rivera con el beneplácito de Alfonso XIII y la ley no fue otra que la dictadura. Las garantías constitucionales [fueron] anuladas, lo quería decir sindicatos clausurados, libertad de prensa y reunión sin efecto alguno… Todo prohibido. La ley del candado.

Los militantes fueron cazados por docenas, sin contar los que se fueron al exilio, que no eran pocos. Por algunos que no fueron molestados, la mayoría fueron perseguidos. Y los que se libraron es que cambiaron de residencia, y otros tuvieron suerte de no estar fichados por la policía. Estos pocos emprendieron la actividad clandestina con mucha precaución. Los que eran nuevos se adhirieron al movimiento sindical. Y así se trabajó, a pesar de la dictadura y la clandestinidad que nos habían impuesto.

El trabajo consistía en la recaudación de fondos para venir al socorro de los presos políticos y sociales. [Era] una labor tenaz pero efectiva. El dinero se recaudaba por los talleres y fábricas, tajos y lugares de trabajo donde había algunos simpatizantes. Los medios de propaganda eran orales por [entre] los que querían escuchar. Entre los simpatizantes se vendían folletos y periódicos, y revistas incluso. La familia Urales se mantuvo publicando la Revista Blanca y La Novela Ideal. El Despertar de Vigo y Acción Social de Sant Feliu de Guíxols cuyos directores eran Villaverde[8] que asesinaron los franquistas, y el otro era Clarà[9].

Se trataba de semanarios que toleraba la dictadura por olvido o por mala intención, porque hubo [algunos militantes] presos por el solo hecho de encontrarlos dichos periódicos. Se vendían libros también. Todo cuanto sembraba rebeldía y cultura. El periódico de combate era El Rebelde. Se publicaba en Bruselas por los compañeros exiliados y entraba en España clandestinamente. Su labor era muy positiva. Los corresponsables de todos los lugares de España mandaban los informes al periódico que eran publicados con comentarios eficaces en contra la dictadura.

Los militantes de Manresa y su comarca trabajaban con voluntad y energía con el peligro a cuestas, lo que provocaba algunas veces que tuvieran que huir perseguidos por los esbirros de la dictadura. Algunas veces los sorprendidos terminaban con los huesos en la cárcel. Huesos que algunas veces se rompían en las comisarías y los cuarteles de la Guardia Civil.

Así ocurrió en el 1925 que, por imprudencia o chivatazo, el grupo anarquista que se había formado terminaron todos o casi todos en la mazmorra. El secretario, Casalets, fue sorprendido por la policía junto con la documentación del grupo, lo que dio lugar a una importante redada. Los que pudieron escapar, inútil decir, que no esperaron tranquilamente en casa. Por lo menos yo conocía uno que, por medida de precaución, fue a refugiarse en casa de sus padres. No era otro que Grau el exferroviario. Por la noche dormía en la casa paterna y por el día le era más fácil poder evitar las sorpresas. Otros compañeros se arreglaban de la mejor posible para evitar la prisión de Manresa, lugar que no era muy recomendable.

Pasada la tormenta, otra vez a la contienda. Se reorganizaron los grupos y el trabajo clandestino, los contactos e impresiones, viviendo siempre de la esperanza. Los sindicatos hacían su trabajo por su lado y los grupos anarquistas además de formar parte de los sindicatos hacían su labor específica. Así se llegó al año 1926 cuando hubo la primera tentativa para derrocar la dictadura. Todas las fuerzas políticas y sociales del país, con estrecha unión, intentaron el golpe. Como es natural, los militantes anarcosindicalistas de Manresa y comarca no se quedaron con los brazos cruzados. Tomaron parte en el movimiento, aunque desgraciadamente fue un fracaso.

En estas circunstancias tuve la oportunidad de conocer a Ramon Torres, compañero que hablaba poco, pero tenía conocimientos excelentes y una conciencia irreprochable. Militante que hace más prosélitos por el ejemplo que por la palabra. De oficio mecánico, o creo ajustador. [Me fue] presentado por el amigo Puix [Puig], que trabajaban juntos en el taller de reparación de la Fábrica Nueva. Procedía del pueblo de San Fructuoso. Era hijo único, y su padre tenía un almacén de barbero a su cuenta, pero Ramon con su alma de bohemio no pudo adaptarse y seguir el oficio que tenía. Esto le dio lugar a viajes y trabajos en Bélgica y Francia. Así empezó a militar en las finas anarquistas. Cuando la noche de la conspiración, me dijo si tenía un arma. Le dije que sí y [se la dí] voluntariamente. Aunque era un arma de poco [provecho]: era ni más ni menos que una “rueda de molino”, como la llamábamos en aquellos tiempos. Los compañeros cuando le vieron que llevaba este instrumento le dijeron que llevara un arma de doble efecto, “si tira o no tira”.

En el año 1927, después del fracaso de la conspiración, se siguieron haciendo trabajos como el anterior. Propaganda oral y escrita, reuniones, plenos y toda forma de convivencia, reanudando bien que mal los movimientos de protesta internacional tal como fue el de Sacco y Vanzetti buscando firmas entre todos los amigos y simpatizantes para evitar las ejecuciones de los dos anarquistas que realmente se les acusaba de delitos que no habían cometido. El único delito era el de ser anarquistas. La prueba es que cincuenta años después han sido declarados inocentes. Pero los ejecutaron a pesar de las protestas que hubo por todo el mundo.

Nicola Sacco i Bartolomeo Vanzetti

En 1927 se declaró la huelga del Fabril y Textil por Manresa y comarca[10]. La reivindicación principal era la jornada de ocho horas porque desde el lock-out se trabajaban jornadas de diez horas. La lucha fue larga y tenaz. La burguesía del Bages, recalcitrante en todos los aspectos, no estaba dispuesta a transigir, y los obreros tampoco. Durante ocho semanas estuvieron en paro, y al final la burguesía cedió y los obreros se ganaron las ocho horas. Pero, por mezquino que esto parezca, la burguesía cedió con un cuarto de hora en su beneficio. Viendo el cansancio que empezaba manifestarse entre los trabajadores aceptaron las ocho y cuarto. Mezquino, pero real.

Unas diligencias ocurrieron [en este] tiempo. Una parte de los militantes sindicalistas estaban dispuestos aceptar la oferta que hacían los hombres de la dictadura, que no era otra cosa la que Ley del Trabajo a base de Comités Paritarios. En parte aceptaron esta ley. Solamente hubo una oposición enérgica de parte de los grupos anarquistas, que este tiempo ya formaban parte de la Federación Anarquista, dicha FAI. Hubo detenciones de una parte y de otra y se abrió el litigio entre sindicalistas y anarquistas. Pero, a pesar de todo, [se] seguía luchando para derribar la dictadura, que ya le empezaban a salir muchos enemigos. Se la combatía por todos lados, había concomitancias con militares y políticos de todos los sectores liberales. La esperanza latía en todos los corazones de ver este régimen infame fuera del suelo español.

El nacimiento de la FAI en Manresa

A últimos del 28, la Federación Local de grupos se reunió en casa del compañero Florencio Mas que vivía en las “casas de Comte”. Como era medio campesino y trabajaba en la industria tuvo la ocurrencia de instalarnos en el establo. Previamente sacó su ocupante, que no era otro que su burro, y ahí nos tienes reunidos los anarquistas manresanos. [Éramos] representantes de los grupos siguientes: grupo Bakunin, el Vencedor y el Sin Dios ni Patria ni Rey. Esta es la primera reunión a la que asistí como militante efectivo. Tuve un desengaño creyendo [que iba a encontrarme] con una treintena de componentes de esta Federación Anarquista, pero no pasábamos de una docena. El secretario José Corbella y el tesorero José Camps de sobrenombre “Jep el de la pipa”. En su libro de registro tenía inscrito todo el material de un albañil. Consistía en arena, cal, cemento, piedra, gaveta, paleta, pincel, ladrillos y mahones, que era el nombre que me daba a mí. Se comprende que en caso de caer en manos de la policía no habría visto nada más que material de albañil. [Se trataba de] evitar no caer en el mismo error que los grupos de 1925.

Entré formar parte de la comisión de cultura junto con el compañero Jaime Picaso[11]. que entró a militar poco tiempo después que yo había entrado a la Federación Local. Entró bajo mi propuesta. Hicimos una labor muy eficaz. Vendimos libros, folletos y revistas, entre ellas Estudios y La Revista Blanca, que se vendía mucho entre la juventud simpatizante. El compañero Picaso siguió militando hasta por allá el año 31. Por razones de familia tuvo que dejar la actuación, aunque guardó siempre su sentimiento humanitario.

Poco tiempo estuve en la comisión de cultura, [porque tras] la formación del Comité de Relaciones de la Intercomarcal Manresa-Berga, en un pleno, se acordó que residiera el Comité en Manresa. El secretario fue José Corbella junto con los compañeros Rubio y Grau. La residencia del Comité la instalamos a casa del compañero Víctor Bayo, que tenía el domicilio a la calle Era del Firmat. Allí hacíamos todos los trabajos de correspondencia y organización. Es donde se hacían manifiestos y pegatinas [con las] que inundamos Manresa y comarca durante todo el año 1929.

El primer manifiesto atacó a la monarquía y su rey Alfonso XIII, con todos los escándalos que había hecho durante su reinado. El manifiesto en cuestión se acordó ponerlo en circulación en un domingo a las seis de la mañana. El punto de encuentro era el Grupo Escolar, que fue después el Instituto de Segunda Enseñanza. A la hora de la cita acudimos todos como un solo hombre. Nos dividimos en grupos y cada grupo fue designado a las barriadas. Los manifiestos los dejábamos debajo las puertas de casas particulares o establecimientos de comercio.

Recuerdo un hecho que fue cómico, porque en lo trágico hay lo cómico. El grupo que se componía de tres: Rubio, Ramon Delpech y Grau. Cuando digo Grau no se trataba del ferroviario [si no del que escribe]. El trabajo lo hacíamos con armas, por medida precaución. Y quien dice armas, no eran otra cosa que automáticas del 7,65 mm, y alguna excepción del 8 corto. El 7,65 me lo pusieron a la mano junto con una docena de proyectiles. Era el primero en mi vida que posea y manipulaba. Mal, por cierto, como es natural. En caso de ser sorprendidos, me habría encontrado otra vez con un arma en la mano de doble efecto, como la rueda de molino que en 1926 di a Ramon Torres. Solamente que la automática que me dieron era buena. El que era malo era yo, que no sabía manejarla. Le dije a Ramon Delpech [Delpeix], que formaba parte del grupo, que me habían dado proyectiles de calibre superior al arma. Pasamos todos los manifiestos y, una vez terminada la tarea, Delpech me dijo – “Déjame ver tu arma”. Se sorprendió de lo que veía. ”¿Cómo es que tienes proyectiles del 7,65, el arma es del mismo calibre, y dices que las balas no entran en el cargador?” Acto seguido cogió las balas y las entró una a una en el cargador. Confundido y avergonzado me había empeñado en querer hacer entrar las balas por los agujeros laterales del cargador. Así manejaba una pistola. Y, ¡tantos crímenes que nos han cargado a nuestro haber y que siguen cargando todavía! Cuando nos encontramos en el punto de la cita que era el Grupo Escolar y Delpech contó lo ocurrido. La risa fue general. Me parece oír todavía al compañero Celestino de sobrenombre “l’Esmolet” porque era aguzador, le dijo a Corbella “¿cómo pones una pistola en la mano de compañeros que ni siquiera conocen como se cargan las armas?!” Una semana después en el bosque de Suaña hicimos ejercicio de tiro y manejo práctico y el hecho quedó concluido.

La reestructuración del Sindicato Único

El general Primo terminó su carrera y tras su plaza, tomó el poder el general Berenguer. Las constantes conspiraciones por parte de todos los elementos liberales, republicanos, socialistas, incluso militares, le hicieron la vida imposible a la dictadura. La entrada de Berenguer, empezó abrir las garantías constitucionales tales como la libertad de imprenta, la apertura de sindicatos y centros clausurados.

Así es como la Confederación abrió sus sindicatos como es debido y empezó la lucha en la legalidad. El local confederal fue abierto a la calle de Urgell. Antes de la apertura del sindicato se celebró un pleno intercomarcal de Manresa-Berga en el que estuvieron casi todos los pueblos de las dos comarcas. Este pleno se celebró en el bosque del Suaña. La Federación Local de Grupos Anarquistas quería a toda costa que fuera un pleno mixto [de CNT y FAI]. Había que discutir la cuestión que concernía a esos militantes sindicalista que, muy a la ligera, habían aceptado los Comités Paritarios. Estimaban los anarquistas que la Confederación había sido representada por elementos que sea habían desviado de los principios y tácticas de la organización anarcosindicalista y debían responder de su conducta. Después de un largo rato de discusión los militantes que representaban los sindicatos de sus respectivos pueblos acordaron por unanimidad de dejarlo estrictamente en un pleno sindical puesto que los asuntos a discutir eran de capital interés. Es decir, que viendo que la legalidad era por pocos días, era mejor dejar sin efecto el pasado y entrar de lleno al orden del día. Y así fue.

El Comité Regional nos mandó un delegado, que no era otro que la persona de Ángel Pestaña. Nos presentó el tema que lo conducía a nuestro pleno, que en verdad era el objeto principal, aunque lo interesante también era entrada en una nueva lucha dentro del plano legal. Pestaña expuso el origen de su presencia que era recabar fondos de la organización sindical de Manresa para poner en marcha Solidaridad Obrera como diario de la Regional, como ya había sido en otros tiempos. Expuso todos los argumentos, que en verdad eran positivos. Hubo discusión, y los recalcitrantes en contra de la iniciativa del Comité Regional se opusieron con energía fanática. También expusieron sus puntos de vista indicando que los trabajadores de Manresa tomarían muy a mal al ver que los cuartos que dieron para construir la casa del pueblo se entregaran para poner en marcha Solidaridad Obrera. Pestaña debatió para convencer a los militantes de Manresa, tanto los que militábamos a la FAI, como los que militaban a la Federación Local Sindical, que eran los más. Los que representaban a las comarcales, inútil decir, que estaban de acuerdo. Pero esto siendo una cuestión que concernía estrictamente a Manresa se acordó en unanimidad que se convocaría una asamblea magna con todos los trabajadores de Manresa para exponer la iniciativa del Comité Regional, de la cual Pestaña era su delegado.

Después de algunos días tras el pleno, se entró de lleno en la apertura de sindicatos. Se organizó la asamblea magna, que tuvo lugar en el Teatro Kursaal de Manresa. Era la segunda semana de agosto [de 1930]. Los trabajadores manresanos acudieron a la asamblea y, por supuesto, los que no estaban de acuerdo expusieron toda clase de argumentos. Debatieron como se debaten la gente fanática los que sostenían la negativa eran Font, Casas y Camps, con algunos que los seguían. Todos ellos formaban parte de los grupos anarquistas. [Su objeción] casi era más por antagonismo que no por convicción, porque otros compañeros que también formábamos parte de los grupos específicos comprendíamos perfectamente el bien fundado argumento del Comité Regional. La organización sin paladín pierde la fuerza. La prensa era tan necesaria como el pan que nos comemos. Es por lo menos el pan espiritual. Finalmente, los obreros Manresanos convencidos por los argumentos de Pestaña y de los compañeros que tomaron la defensa de la proposición, cedieron y aceptaron prestar la cantidad pedida para la marcha del diario Solidaridad Obrera.

Los firmantes que, en esta época estaban en vida, dieron su visto bueno y retiraron de la Banca Padró la cantidad pedida, quedando todavía dinero en esta Banca Padró perteneciente a los trabajadores de Manresa, que tienen derecho a reclamar [ya que] pertenece [ese dinero que queda] a la Confederación. [Aunque] dudo que queden firmantes depositarios[12].

Solidaridad Obrera salió a la calle y al combate otra vez en defensa de los Trabajadores, a pesar de los que hicieron oposición para prestar este dinero. Los que no quisimos enfrentarnos con los militantes que formaban parte de nuestras propias afinidades del día de la asamblea magna nos fuimos a Fígols con los estatutos de la confederación para leérselos a los compañeros y poner en pie el sindicato. A pesar de haber compañeros, los unos eran muy viejos y los jóvenes desconocían la organización. Así pasamos tres días por los Pirineos catalanes con fraternidad nunca olvidada, Corbella, Rubio, Maximiliano y Grau.

Solidaridad Obrera nº 1 Època VI Any I. Diumenge, 31/08/1930

Por primera vez conocimos a Manuel Ruiz, joven consciente y muy simpático. Y con él otros compañeros que, a pesar del tiempo pasado, recuerdo al compañero Vaqué[13]. El padre porque más tarde vino a las filas el hijo. Otros compañeros que [no] recuerdo el nombre. Aquel día hicimos mejor trabajo que el de discutir en el Kursaal en contra de una posición que encontrábamos justa, aunque tuvimos una seria reprimenda. Cuando llegamos a la estación de Manresa alta nos esperaba el compañero Casas, y no daba gusto escucharle. Solamente Corbella no perdía su sangre fría y filosóficamente los escuchaba sonriente. Naturalmente con su peroración, porque tenía facilidad para defender el tema y el fondo de las cosas que quisiera defender. Pero en su ojo personal hacía como los que comprendíamos que era una necesidad el diario Solidaridad Obrera saliera a la calle.

Seguimos nuestra labor en el comité de relaciones anarquistas y de un pleno a otro dábamos cuenta del trabajo que realizamos, sobre todo de lo que habíamos visto en el alto Llobregat en las fuentes del Balsareny. En el lugar de Vaga [quizás se refiera a Bagà] que a propuesta de un compañero que se había enterado que una colonia escolar estaba residente en el lugar citado, que no era otra que la escuela del Clot racionalista que dirigía Puy Alias [Joan Puig i Elias], fuimos encantados cuando llegamos el lugar por la simpática cordialidad con la que nos recibieron el compañero Elias y su compañera, lo mismo que los muchachos y muchachas de la colonia Natura, regentada por el Arte Fabril del Clot (Barcelona). El compañerismo y la fraternidad nos entusiasmó de una manera tal que fermentó en nuestra imaginación de crear un día, cuando nos fuera posible, dar vida también a una escuela. Mucho aliento nos dio cuando nos despedíamos de todos ellos y estando ya por debajo la montaña desplegaron la bandera roja y negra y cantaban a coro la canción revolucionaria “Amarrado a la Cadena”.

Terminada la excursión y despedido de los compañeros de Fígols durante mucho tiempo fue tema de discusión por toda la comarca, aunque los compañeros de Gironella tenían relación con Puig Elias, sobre todo el compañero Viladomiu, [ya] que se conocían de muy largo tiempo. Viladomiu era militante muy conocido por todos nosotros. Era el animador más activo del grupo anarquista de Gironella. Que recuerde, los compañeros que componían este grupo: Benito Cadena, poeta, que fue de aquellos que en cierta ocasión se escapó de la cárcel modelo de Barcelona junto con muchos otros compañeros que hicieron un túnel que fue a parar la alcantarilla que iba a la salida del mar. Había otros compañeros, como Faure, y otros que no conocimos. Fue fusilado en la Argentina, bajo la dictadura del General Ariburo [Uriburu], no era otro que el compañero Penina[14] Otros compañeros componían el grupo de Gironella, todos ellos de una labor muy eficaz.

En todos los lugares de Manresa y comarca las pegatinas (octavillas que las llamábamos) las metimos por todos los rincones, inclusive en los plátanos del Paseo. La ciudad entera comentaba, y las autoridades se rompían la cabeza de pensar de donde podían salir tantos papelitos pegados a la pared. La vigilancia fue tan estrecha que al fin cayeron dos compañeros y, aún muy justamente, porque tuvieron al tiempo de deshacerse del puñado de octavillas quedando como única prueba que tenían el pañuelo mojado. A lo que contestaron que estaban resfriados y era la causa que su pañuelo estaba mojado de tanto mocarse. No los convencieron y dieron con sus huesos en la cárcel. Los compañeros en cuestión eran Rubio, el uno, y el otro, Sacristán. Hacía poco tiempo que estaba a Manresa. Como también Manolo, otro que había venido con Sacristán al mismo tiempo a Manresa.

Esta intensa propaganda trajo muchos simpatizantes, y la Federación Local aumentó con militantes efectivos. Entre los simpatizantes hubo uno que era muy popular en la ciudad porque organizaba todos los años murgas cuando era la hora del Carnaval. Se llamaba Pedro, pero de sobrenombre “Pere Box” [Pere Boig]. He remarcado su nombre por la audacia y su valor manifestado en todas las ocasiones. Le dio la idea una noche, de pegarle al tricornio de un guardia civil una pegatina; esto pasó en el Teatro Conservatorio, cuando el otro estaba mirando la pantalla. Pedro se la pegó por detrás. Una noche llenó de pegatinas la puerta de la cárcel y quien conozca la cárcel de la ciudad sabe la audacia que hacía falta para pegar pasquines. Pedro como tantos compañeros que aquí cito cayó en el frente de Aragón de los primeros, como el compañero Delpech.

De la propaganda de combate contra la sociedad capitalista, a la propaganda de la cultura. Y este mismo 1929 en los meses entre Octubre y Noviembre, la escuela racionalista del Clot vino a Manresa a representar una obra de teatro que tenía por título “El Ultimo Galeote”. El cuadro artístico lo componían los mismos alumnos de la escuela. Como era simplemente a beneficio de la escuela nosotros todos hicimos un esfuerzo vendiendo billetes fuera del teatro, a amigos. No fue un éxito formidable, pero fue bastante bien.

Las luchas sindicales en los años treinta, en tanto que anarcosindicalistas, nuestras actividades quedaban repartidas entre uno y otro sindicato al que cada uno de nosotros estaba adherido. Procurábamos dar confianza a los componentes y, sobre todo, en estos tiempos que los políticos ya buscaban por todos los medios influenciar a militantes y afiliados, con la historia de la democracia sindical cuando no pueden meter sus pies a la casa. Pero cuando ellos pueden tomar la dirección, pedidles la democracia sindical a todos los sindicatos reformistas que tienen una ejecutiva y allá los obreros son masa que paga y calla sin derecho a discutir. Donde muchos años los anarcosindicalistas hemos tenido que montar guardia contra los intrusos que han querido desviar los principios de la Confederación y cuando no se han salido con la suya luego han pasado a la difamación contra los anarquistas tildándoles de secuestradores y de imponer la dictadura de la FAI.

Pero en verdad los anarquistas manresanos tuvimos que hacer un esfuerzo de consideración porque en la confederación estas intentonas ya empezaron en la clandestinidad con los célebres comités paritarios. [Entonces] algunos sindicalistas flojos se habían deslizado un poco hacia el campo del reformismo, pero cuando se abrieron las puertas a la legalidad volvieron a su causa de principio. Solo que en esta época entraron al sindicato los prohombres del Bloc Obrer i Camparol, con Armengol y Gamisans[15] pidiendo a gritos la democracia sindical. Pero perdieron el tiempo y la saliva. Nosotros estábamos allá y qué decir que los viejos sindicalistas como Fornells, Prat, Nardi, Arnau, Augé, Anton, Grau ferroviario, y Marcel secretario de la Federación Local, si bien no formaban parte de la FAI, respetaban y sentían los principios de la Confederación. Así compactos pudimos evitar que los marxistas y reformistas se llevaran a su causa los trabajadores manresanos para convertirlos en una organización reformista. Lástima que dos años más tarde los sindicalistas se adhirieron al manifiesto de los Treinta.

Políticamente las cosas en España no avanzaban mucho con el General Berenguer. Entremetiendo el juego de la legalidad los políticos de izquierda y liberales estaban impacientes. También algunos militares. La conspiración se engrandecía como bola de nieve. Se formó el Comité Revolucionario del que la historia sabe. Circulares, comunicaciones, consignas… durante todo este tiempo por todas partes había una actividad y se sentía la fiebre de la insurrección. Hasta que al fin estalló el movimiento que dio lugar a los fusilamientos de los capitales Galán y García Arnados [Hernández]. Desde luego, como casi toda España, Manresa respondió con una huelga general y formación de comités revolucionarios. La gente apoyó la insurrección con toda la simpatía ya que no pudo ser nada más. Alfonso XIII se salió con la suya, solamente que esta vez el pueblo respondió en masa. No fue el fracaso rotundo del 1926.

Desde luego otra vez tenemos los sindicatos cerrados, y lugares de oposición al Berenguer de marras y Unión Patriótica. Pero por poco tiempo. El pueblo no se podía contener el fusilamiento de los capitales dio más adeptos a las filas de los militares. La Federación Local de Grupos Anarquistas tiene contactos con militares y, de ellos, recuerdo que uno se llamaba Guijarro, que nos ponía al corriente de asuntos de interés. Era el compañero Corbella el que recibía las comunicaciones poniéndonos al corriente de todos los efectos de la hora.

La proclamación de la Segunda República

Al fin llegó el célebre doce de Abril. Las elecciones que llevaron [a] la República del 14. El entusiasmo fue general, desde luego. Manresa tomó el aspecto de fiesta mayor y la huelga fue unánime. Nadie se hizo tirar por las orejas. Todo el mundo era republicano, al menos en esperanza. Hasta los civilones se quedaron en el cuartel. Por la noche la gente fue en manifestación a la alcaldía o ayuntamiento. Todo el mundo llevaba banderitas republicanas y catalanas. Gritos de viva la república y Cataluña. Nos preguntábamos cómo habían fabricado tantas banderas porque se veían en todas partes, y sobre todo llevaban con tan grande entusiasmo. Para darle más realce a la fiesta, el Coro de la Unión salió a la calle a cantar “La Marsellesa”.

La manifestación de la plaza Mayor llegó al ayuntamiento. Se tiró el retrato por el balcón de Alfonso XIII y la manifestación lo hizo mil pedazos. Recuerdo ver todavía la cara patibularia de un tal Giscofré, que se llamaba revolucionario y unas veces anarquista, que rompía a pedazos la imagen del rey de España con los dientes con una furia tal que parecía un caníbal devorando un congénere. En todas partes los hay cómicos y este lo era extraordinariamente. Era del ramo de la piel, zapatero de oficio. El día siguiente fue la huelga del 14 de abril.

Aquello era una fiesta más que una huelga se hicieron discursos al balcón del ayuntamiento en el cual hablaron Corbella y otros. Se pidió la libertad de los presos políticos y sociales, y los comunes, se comprende. En nada se parecía a la huelga revolucionaria del treinta. Allá[16]los civilones estaban en la calle y hacían el fanfarrón provocando como de costumbre. Las fuerzas del orden metiendo el desorden, entraron al American Bar cacheando a dios y su madre, pero la razón que los guiaba no era otra que se enteraron que el compañero Fernando Trigo estaba tranquilamente sentado entre amigos. Llegaron como bestias arreándole un culatazo en las costillas. Tuvieron de llevarlo al hospital. El compañero Trigo pertenecía al sindicato del Caucho, y como a la Pirelli los había dado mucho que hacer, y siendo Trigo uno de los dirigentes, lo tenían a reojo [vigilado] y aprovecharon de la ocasión para pegarle un culatazo de consideración. Aquel día[17] hubo manifestación de protesta y de cara al ayuntamiento. Como medida de precaución en cada bocacalle que desembocaba a la plaza del ayuntamiento formamos un piquete de guardia por parte de los militantes de la FAI, por si los civilones les diera la idea de venir a provocar mientras los compañeros de la comisión subían a protestar contra los atropellos infames de los agentes del orden o mientras el compañero Corbella hablaba al pueblo desde el balcón de la alcaldía.

Ocho bocacalles tiene la plaza Mayor de Manresa. En cada una de ellas había dos compañeros. Cada uno tenía una granada defensiva y una pistola automática y [estaban] dispuestos a todo. Solamente que esta vez los civilones se quedaron tranquilos y vigilantes. Cuando la manifestación se retiró por todas las partes de la ciudad, los vieron en la calle Guimerà formados en pelotón que era la única fuerza que disponían en Manresa. Comprendieron que era mejor no moverse.

Por las calles nos paseábamos en este 14 de abril tranquilamente sin ningún peligro de provocación y contemplábamos el entusiasmo de los ciudadanos de la República de Trabajadores. Algunos que nos conocían nos miraban con simpatía y otros de reojo según las ideas de cada [cual] por nosotros. La lucha era de continuar. Ya sabíamos que la nueva república no haría gran cosa y quedarían los problemas económicos como estaban o peor. Así fue.

Ellos desconocían nuestro espíritu combativo de los anarcosindicalistas, con su CNT y FAI, baluartes del proletariado, que tenían como objeto el ideal que los animaba, y que las luchas continuarían como por el pasado en todos los aspectos. Para frenar estos impulsos había que encontrar un medio y lo pusieron en práctica: el “soborno”.

Por lo que respecta a la localidad de Manresa también fuimos efectivos dentro del plan general que establecieron los estados mayores de la política republicana. En una reunión celebrada en la Fuente de Españus [¿dels Panyos?], a la cual estábamos todos los militantes de la FLA[18] y esta vez éramos muchos más que cuando nos reunimos en las casas del Comte en el 28. El punto principal del orden del día fueron unas sugerencias, a título de propuesta que el alcalde interino de Manresa, Selbas[19] le había sugerido a Corbella. No era ni más ni menos que todos los militantes de la FAI de Manresa aceptaran puestos de empleados al ayuntamiento desde municipal, alguacil y otras hiervas. Inútil decir que la negativa fue rotunda, y animados por parte de todos salvo uno, que era el mismo que hizo la comisión, que dejó esta palabra tendenciosa: “entonces os queréis sacrificar toda la vida”. Con esto está dicho los primeros síntomas de desviacionismo fueron declarados esta noche de verano a la Fuente de Españus. Todos fuimos fieles a nuestros conceptos ideológicos sin dejarnos sobornar por prebendas y regalías. El mismo siguió [siendo] nuestro camino y no fue cuestión de enchufes.

Seguimos cada uno su trabajo por nuestra causa, aunque más tarde la cizaña de la discordia sembrada por los políticos dio su fruto a escala nacional. No obstante, ya no tenemos que ir a casas particulares para [establecer] la residencia de los comités específicos ni tampoco que reunirnos clandestinamente por las barracas. Y por momentos hemos dejado de cargar bombas en la calle Era del Firmat a casa de Víctor Bayo.

Todos los actos culturales y organizaciones estábamos presentes y colaboramos con el grupo que inició ya antes de la declaración de la República los trabajos para la creación de la escuela Racionalista. Entre ellos se encontraba el compañero Font, de oficio zapatero. Después de convocar una reunión que se celebró en el Castillo, que estuvieron militantes de organización de izquierda heterogénea. De esta reunión y con la república, que no puso ningún obstáculo, se abrió la escuela a la Subida Matías, bajo la dirección del compañero Alberola secundado por la compañera de Nonit Puy [Nònit Puig][20].

Los anarquistas teníamos una ventaja sobre la escuela Racionalista, ventaja que no tenían las demás concepciones políticas. Así es que [con] el grupo heterogéneo que formamos el grupo protector de la escuela [que] en ningún caso se podía influenciar con desviaciones, ni marxistas ni republicanas a no ser que se entrase en contradicción con los principios básicos de la escuela. Puesto que la enseñanza es pura y simplemente de acuerdo con la ciencia en todos los aspectos a lo que da lugar que el alumno se le da la orientación, así caminar que lo conviertan en un hombre libre y responsable de sus actos, consciente y respetuoso de los demás. Tienen la libertad como cosa invulnerable a lo que da como resultado que una sociedad de hombres libres no tiene ninguna necesidad de Estado ni gobierno. Todo se ejecuta con libre discusión e iniciativa colectiva en todos los aspectos de la vida. He ahí que estamos identificados los anarquistas con la táctica pedagógica de una escuela altamente humana. Así que nuestra labor fue intensiva y colaboramos con entusiasmo.

Además de ello y por medida de protección para que no fuera desviada de sus principios, el compañero Font, con otros militantes, creó un consejo de 25 socios que recaía en los primeros fundadores. Y como se supone, nos las arreglamos para que recayera sobre compañeros de afinidad confederal y faista. Todo marchó bien y por el buen camino, pero un acontecimiento que llegó a la comarca le trajo consecuencias detractoras a nuestra querida escuela.

[Continuarà]

Notes

[1] Josep Grau i Calafell, hermano del autor de estas líneas.

[2] Se refiere a Josep Espinalt Vila. En efecto fue un organizador brillante del Sindicato, así como director de El Trabajo, primer semanario de la CNT en Manresa y comarca.

[3] Este hecho ocurrió en el verano de 1923. Se puede leer la crónica en El Trabajo, núm.48, 19/07/1923.

[4] Personaje de dos comedias de Pierre-Augustin Carón de Beaumarchais (1732-1799): El barbero de Sevila y La boda de Fígaro, y de las obras musicales de ellas derivadas, así como de la comedia El testamento de Fígaro, de Francesco Augusto Bon. Don Basilio es un personaje secundario que se ha hecho famoso por un aria que canta, en El barbero de Sevilla, ópera de Rossini.

[5] El atentado contra Ángel Pestaña fue cometido el 25 de agosto de 1922.

[6] Se refiere a Joan Figueras Russinyol. Su hermano Jaume también había participado en los grupos de acción, aunque en Barcelona. Fue asesinado por un pistolero del Libre. En este atentado contra los pistoleros del Libre, se supone que tuvo participación Joan García Oliver, de Los Solidarios, acaso quien le pasara la pistola a Figueras en este relato.

[7] Lluís Artal y Domingo Solà Tresserres (“Minguet”). Hubo un tercer detenido en ese coche, Joan Piñol Martínez.

[8] José Villaverde Velo.

[9] Sebastià Clarà i Sardó.

[10] Esta huelga tuvo lugar en 1928 en un contexto de huelgas diversas en toda España que reactivaron el sindicalismo.

[11] Jaume Picassó.

[12] La FL de Manresa tenía unas 25.000 pesetas recaudadas de 1923, de las que cedió 15.000 al Comité Regional para impulsar Solidaridad Obrera. La condición era que la organización las devolvería más adelante, cosa que nunca ocurrió.

[13] Ángel Vaqué. En Solidaridad Obrera aparece como Baqué.

[14] Joaquim Penina Sucarrats fue ejecutado en Argentina en 1930.

[15] Jaume Armengol y Magí Gamisans Saulí.

[16] Ahora comenta una anécdota de la huelga del 12 de diciembre de 1930.

[17] Volvemos al relato del 14 de abril de 1931.

[18] Federación Local de Grupos Anarquistas.

[19] Joan Selves i Carnet.

[20] Joaquima Colomer, compañera de Nònit Puig.

Fons de les il·lustracions: